Hola Summarios:
Después de las guardias duras, y tras ingerir mucho vino tinto, suelo anotar los casos clínicos más relevantes en mi cuaderno de bitácora de la nave del misterio. Disculpad estas líneas, pero no puedo soportarlo sólo y tengo que compartirlo con vosotros:
13 de abril de 2013: Diario de a bordo:
Aquella guardia estaba siendo espesita. Llevábamos ya hechos seis avisos psiquiátricos y Chicho no parecía dispuesto a darnos tregua desde el centro coordinador. Eran las tres de la mañana, y llevábamos recorridos quinientos cincuenta kilómetros.
Ché: – Sigo sin entender que el recurso más cercano para atender Aranjuez sea Las Rozas, y que el recurso más próximo a Lavapiés sea Alcalá. ¡Que no lo entiendo, venga ya!
Cuca:- Fácil, doblas el mapa de Madrid y pinchas con un alfiler: donde marques, es el punto más cercano desde el punto de vista oligofrénico.
Paquitor:- Eh, ¿qué pasa? Que mi chica trabaja en el centro coordinador hoy. No te pases ni un pelo, Cuquita.
Cuca: – Que es broma, idiota. Lo hago para picarte.
Yo: – Está claro que se diazepaniza poco. Si es que Vulnus es un profeta, un iluminado, un portento. Yo lo veo claro.
Ché: – Pues yo creo que Chicho lo hace para dar por saco, porque le hemos pedido la hora de cenar a las 00.30 horas, y se ha mosqueado.
Volvió a sonar el teléfono con el tono de “Highway to hell”. Descolgué, y un habitante del planeta de los simios me preguntó a gritos que porqué estaba apagado el walkie.
Yo: – Pues disculpa, pero no nos habíamos dado cuenta. ¿Qué tienes para nosotros?
Móvil: – Un paciente.
Yo: -¿Podrías desarrollar un poco?
Móvil: – Aviso 444 urgente: Varón de 97 años, cáncer de pulmón en cuidados paliativos, inconsciente, no respira… desde hace una hora…en Móstoles.
Yo: – Perdona, pero no me puedo creer que me estés diciendo esto. ¿Somos el recurso más cercano y adecuado para atender a este “calamardo”? ¿Y la UAD de por aquellos contornos? ¿No puede ir a certificar o es que no te he entendido bien?
Móvil: – Están cenando porque han estado cuatro horas con un tráfico con múltiples víctimas, junto a la Prote.
Yo: – Bien…De acuerdo; pásanoslo a la tablet que vamos para allá.
Colgué de mal humor.
Yo: – Esto es increíble. Nos mandan a certificar a un calamardo en la otra punta, urgente, y me dice que la UAD se ha comido un tráfico con múltiples víctimas, ellos solos con la Prote.
Cuca: – Que te digo que hay un chimpancé coordinando.
Paquitor: – No te vuelvo a invitar a churros al salir. Que lo sepas, Cuca.
Ché: – A mí me parece que es un concurso de tontos, y que vamos a ganar.
Salimos al trote cochinero, por decir algo, y nos subimos a la nave del misterio. Arrancamos y nos despedimos del tapper con albóndigas y de la tortilla de patata fría.
Paquitor:- ¿Calle de Francisco Chicheri, 1?¿Dónde está eso?
Ché: – ¿En Móstoles?
Pusimos el navegador mientras entrábamos en la M-40 y esperamos unos minutos. Nada. No salía nada de nada.
Cuca: – Menos mal que es un terminal, que si no la familia nos lincha cuando lleguemos mañana por la tarde…
Llegamos a Móstoles y comenzamos a dar vueltas. Nada. Callejero de papel: peor.
Yo: – Llama al centro, Paco, y pregunta si la familia nos puede dar pistas de por dónde cae la calle.
Paquitor: – ¿Centro?
Móvil: – …….
Paquitor: – ¿Centro?¿Me recibes? Somos la XXX.
Móvil: -…..(sin señal)
Paquitor: – No me da señal. Llama por el otro, por el walkie.
Ché: – ¿Centro? ¿Centro? Somos la XXX. ¿Me recibes?
Walkie: -….(sin señal)
Ché: – Vaya, debemos estar en el triángulo de las Bermudas porque nadie nos ve ni nos oye…alucinante.
Cuca: – Vaaaale, cojo mi Samsung Galaxy IV. Google maps….uhm…No os lo váis a creer, pero aquí pone que es una calle de Calasparra, Murcia. En serio.
Yo: – Venga ya. ¿Cómo? A ver…Tienes razón. Pues sí, qué casualidad.
Entrábamos, muy despistados, por la calle de la Libertad de Móstoles.
Ché: – Me suena mucho. Creo que es la casa del sastre, que vivía con cuatro hijas, que estaban en cuatro habitaciones diferentes, y hace cuatro años las asesinó a las cuatro de cuatro puñaladas con las tijeras, a las cuatro de la mañana.
Cuca: – ¿Cuatro,… Ché? ¡Nosotros somos cuatro!
Había cuatro personas en la calle esperando en el número cuatro; y eran ya las cuatro de la madrugada. Y el número de aviso era el 444. (Como dice Goyo Jiménez en sus monólogos, yo a la segunda coincidencia estaría corriendo colina abajo).
Una avutarda cruzó por delante de nosotros con paso alegre y Paquitor dió un brusco frenazo.
Paquitor:- ¡venga ya, qué susto! Casi atropello a ese pajarraco, y nos estrellamos.
De pronto se oyó una voz grave de ultratumba que en un lenguaje ininteligible similar al hebreo palindrómico o al egipcio hierático, dijo…schmuarhsdnisfrashisirrirri….y Ché contestó : – ¿Sí?, ¿Satán?
Cuca le dio una colleja porque se percató de que era el walkie con el volumen distorsionando la voz, que sonaba en abierto por el grado de estulticia del comunicante de dónde ya sabemos.
Walkie: – ¿Cómo que Satán? Déjate de chorradas. Llegáis tarde al aviso. La familia está en la calle esperando. ¿Dónde estábais?
Pasó de nuevo otro animal…parecía un hipogrifo, o quizá un escorpión escarabajero o un anguípedo de cola roma. Se levantaba una niebla espesa, y comenzábamos a ver con dificultad.
Paquitor:- ¿Satán?, digo… ¿centro? ¿Me puedes confirmar la calle?
Walkie: – Francisco Chicheri…
Paquitor: – Me pone en Google Maps que eso está en Calasparra, Murcia. ¿No nos salimos de zona?
Walkie.- Sabéis que no hay zon…estoooo…¿Murcia has dicho? Espera un momento, que voy a comprobar. Vosotros ir dirigiéndoos al lugar.
Ya pero… ¿a qué lugar? No sé en qué piensan los locutores cuando dicen esta frase, y lo habitual es que terminemos describiendo círculos en la M30 o M40, según.
(Transcurrieron unos segundos….)
Walkie: – No, os habéis vuelto a equivocar. Francisco Chicheri es el paciente. La calle es Margaret Tacher esquina John Lenon.
Paquitor: – ¿Cómo? El que se ha equivocado eres tú. ¿Margaret Tatcher tiene ya una calle en Madrid? ¿Y Sara Montiel?
Walkie:- Te has quedado sin hora de la cena, por listo y ….te guardo otros tres avisitos en cola, majo. Hala, tira.
Unos homínidos que nos hacían señas se aproximaron agitando las extremidades superiores mientras caminaban sobre sus cuartos traseros. Al primer golpe de vista parecían extraterrestres, pero en realidad sólo eran jóvenes rumanos de Transilvania. No obstante, todo el conjunto estaba tomando un cariz acojonante por momentos, y más cuando nos dimos cuenta que rodeaban y zarandeaban a una UAD, donde los tripulantes de la otra navecita del misterio estaban atemorizados sin salir.
Cuca: – ¿Por qué no activamos a los chicos de la porra de goma? Esto parece un poco fuera de lo habitual.
De pronto se acercaron tres zetas de la policía nacional. Y Cuca dijo: – Caramba, qué rápido: ¡telepatía!.
Los chicos de la UAD ya habían activado a la policía hacía un rato. Se acercaron con su vehículo al nuestro, bajaron las ventanillas y nos espetaron:
– ¿Necesitáis nuestra ayuda?
Paquitor:-Os ha avisado Ché para que trajerais los churritos, supongo.
El policía pareció no entender el chiste.
Los chicos de la UAD eran Javo y Luisón, que se estaban diazepanizando a sí mismos. Nos saludaron desde el vehículo y les devolvimos el saludo y una sonrisa de ánimo; creímos conveniente dejarles superar el mal trago pasado con los homínidos. Los agentes sujetaron a los extracomunitarios, y nosotros nos adentramos en el portal. Naturalmente el aviso era en el 4º piso sin ascensor, por lo que al llegar a la altura del tercer piso, Ché se enchufó el oxígeno, y yo me senté un momento en la escalera. Tenía la espalda echa un dolor. Cuca era la única que aguantaba, como buena corredora de maratones que era. Y los policías ni sudaban ni mostraban signos de cansancio alguno.
Por fin, tras recuperar el resuello y tragar el corazón, llamamos a la puerta del domicilio. Nos abrió una bella joven rubia embutida en una bata de dibujos indios o pakistaníes, y nos invitó a pasar, pronunciando con un fuerte acento rumano. La mujer era un bombón, pero la casa una ruina.
Mujer:- Mi marido está muy mal, por favor denle antibiótico para que se tranquilice. Ha cogido los cuchillos y la gorra…está mal, muy mal ().
Yo:- ¿Cómo? Así que varón de 97 años, cáncer de pulmón en cuidados paliativos, inconsciente, no respira… desde hace una hora…esto no me cuadra. Por favor, señorita, díganos que ha pasado.
Joven Rumana:- Pues, es que mi marido lleva una semana comiendo brócoli y pies de pollo chinos, que están de oferta en el supermercado, y de pronto se ha puesto raro y gritando, snif (llorando).
Yo:- Bueno, no se preocupe. Estamos aquí para ayudarles. Dígame, ¿sabe si ha consumido alguna sustancia o alguna droga?, ¿bebe?
Joven Rumana:- Bueno, lo normal…un litro y medio de cerveza al día, y…hoy se ha tomado kata…kita o kata.
Cuca: – ¿Keta?
Joven Rumana: – Eso, ¡keta!
Ché:- Buenoooo….ya estamos. Y, ¿nada más?
¿Seguro?
Joven Rumana: – Yo creo que no…no me ha dicho nada más. Bueno, yo lo he visto, porque él no me lo ha dicho.
Paco: – El que nos ha filtrado el aviso es un lumbreras, desde luego. Y ahora, ¿qué?
En efecto, el joven rumano se había puesto un jersey a rayas horizontales, a juego con los pantalones y la gorra, y había tuneado un guante de baseball (pronúnciese béisbol) y le había acoplado unos cuchillos en los dedos. Era un fan supermegafriki de Freddy Kruger, y estaba dando alaridos en la salita de la televisión viendo una de sus películas, completamente brotado. Recordando al detalle la clasificación DSM-III y DSM-IV internacionales, podría decirse que el paciente sufría un grave trastorno de personalidad psicótico con delirio paranoide e ideaciones homicidas a consecuencia, o no, de las drogas; y como diagnóstico podríamos concluir que estaba como una chota, el pobre, y más sonado que Mickey Rourke en El Luchador. Era un bigardo de 1,90 m y …la policía amablemente nos dijo:
– Pasad vosotros delante, si queréis, no vaya a ser que al ver nuestros uniformes se ponga más nervioso.
Freddy seguía gritando y mirando la película en la TV. Por supuesto era una cinta pasadísima de pesadilla en Elm Street, número…n. De pronto se percató de nuestra presencia, y se giró hacia nosotros. En una hábil maniobra uno de los policías se situó de manera estratégica detrás de Ché, y el otro detrás de Paco. Era una técnica ensayada en la academia, similar a la estrategia de la tortuga romana, pero sin los escudos. Nos sentimos reconfortados sabiendo que existía un plan de actuación de seguridad que nos protegería.
Cuca abrió el maletín de medicación. Uno de los policías preguntó desde detrás de Che: -¿Le váis a tomar la tensión? Porque si te estorbo me echo hacia atrás.
Cuca miró hacia el techo con ojos de desesperación y gesto de malhumor.
Ché: – ¿Activamos a la psiquiátrica, doc?
Yo: – Estamos en Móstoles…. Buf… va a ser complicado manejar a Freddy. Cuca, prepara un haloperidol. Si los señores agentes nos ayudan a inmovilizarlo, le ponemos uno y nos lo llevamos nosotros.
Los policías se miraron. Abandonaron la estrategia inicial, y probaron con una nueva jugada de pizarra, de las ensayadas en laboratorio.
Agente 1: – Rafa, tú te acercas a él, y yo le propino un doliochagi para quitarle el guante. ¿Vale?
Agente 2: – Espera…mejor tú le distraes hablando y yo le hago una media Nelson por la espalda.
Tras cinco minutos de discusión estratégica llegaron a la conclusión de que era mejor que los sujetáramos entre todos, sin remilgos, y ellos inmovilizaban los brazos y las piernas del sujeto. Evidentemente, la lógica militar y policial son fundamentales en estos casos, así que seguimos sus instrucciones al pie de la letra, pero…Freddy se nos adelantó. Dio un grito en inglés-chungo y saltó hacia Ché, que consiguió agacharse, y el agente de policía se encontró con el pobre rumano encima de él. En ese momento reaccionó y lo inmovilizó con una llave de artes marciales que nos dejó alucinados a todos.
Agente 1: – Venga, ¿no le ibais a pinchar? Pues ahora no se puede mover. ¡Aprovechad!
Cuca se apresuró y le clavó el haloperidol a través del pantaka vaquero, y el pobre Freddy gritó de nuevo. El policía lo tenía bien sujeto, y su compañero le ayudó a inmovilizar completamente al paciente. La verdad es que los polis cuando se cabrean, son Rambos en acción.
Yo: – Hala, a monitorizar en cuanto se tranquilice, y si no le metemos un chute para llevárnoslo. Me parece que este metaboliza rapidito y que el haloperidol se le va a quedar en un diente.
En efecto, el efecto del pinchazo fue pésimo para el enfermo. Freddy estaba mazas y consiguió librarse de la llave que le estaba haciendo el agente, y en el forcejeo le metió un zarpazo con el “guante-tijeras” que se había fabricado. El pobre policía se llevó un par de cortes en la mitad de la cara derecha, en la región malar y subpalpebral (casi en el ojo), y comenzó a sangrar. El otro policía reaccionó y le agarró el brazo del guante para inmovilizarlo, y Ché y Paco también se le lanzaron encima. Cuca se acercó al policía herido en la cara, y vio que los cortes iban a requerir tratamiento quirúrgico por los plásticos o por cirugía máxilofacial. El maldito aviso se estaba transformando en un problemón. Cogí el móvil y llamé al centro.
Móvil:- Qué, ¿ya habéis finalizado?
Yo:- Qué va. Esto se ha complicado. Necesito, por favor, que aviséis refuerzos. Uno de los policías está malherido, y el otro sujetando al enfermo. El paciente no es un abuelito, sino un psiquiátrico con un abuso de drogas, y no podemos con él. Está armado con una especie de guante con cuchillas; algo muy raro pero que corta como un demonio.
Móvil: – De acuerdo, no te preocupes que paso la voz urgente. Ahora os llamo.
Freddy no sólo era rumano, sino que era de Transilvania y …lo demostró, pegándole un buen mordisco en el cuello al otro policía, que giró la cabeza, y volvió a sujetarlo. El segundo mordisco de Freddy fue a la oreja izquierda del policía, y se la arrancó. El espectáculo se estaba volviendo dantesco. El agente, en un acto reflejo se llevó la mano al lugar donde antes tenía una oreja, y soltó el brazo de Freddy. Este le lanzó otro manotazo con el guante de chapa a Ché, que se echó para atrás, pero…le enganchó el cinturón, se lo cortó y hala…tajo en la región inguinal. Ché pegó un grito de dolor y blasfemó, mientras se llevaba las manos al escroto. Nos pareció que algo caía al suelo. En efecto, era el carné de padre de Ché. ¡Dios mío!, ahora necesitábamos hielo en una bolsa para colocar el testículo y el pene de Ché, y tratar de salvarlo…y la oreja del policía, mal asunto. Era la primera vez que veíamos una amputación de la salchicha con huevo, y encima era la de Ché. Paquitor saltó encima de Freddy y se le subió a caballo en la espalda mientras con ambos brazos le sujetaba la cabeza y la cara con todas sus fuerzas, y ya con un grado de cabreo 20 sobre 10. Freddy le lanzó un guantazo, y…falló. Pero el segundo acertó: corte en el cuero cabelludo de Paquitor, que le gritó:
Paco: – Cabrón, ¡me has cortado en la cabeza! ¡Te voy a mataaaar!
Ni que decir tiene que yo había perdido los papeles, y miré a Cuca bloqueado. Lo único útil que se me ocurrió fue lanzarle el móvil a la cabeza de Freddy, que lo esquivó con habilidad, y …le acerté de lleno a Paco en la cara. Olé, encima voy y le endiño a mi compañero. Paco se cayó hacia atrás.
Freddy se giró rápidamente y se iba a lanzar sobre Paco para “arañarle” un poco. Yo me dirigía hacia él como una locomotora, cuando de repente ocurrió algo que cambió todo. Cuca había cogido carrerilla antes que yo y le propinó una patada en las pelotas al rumano, con rosca. Cayó al suelo ipso facto y ya no se movió. El patadón había sido más fuerte que los de Roberto Carlos en los 90. El asunto se tranquilizó, pero aquello era un infierno. La joven rumana gritaba y gritaba. Yo buscaba la oreja del policía y la salchicha y la pelota del pobre Ché.
Sólo faltaba la guinda, que fue…que la TV explotó y comenzó un pequeño incendio, ¡para colmo!. Busqué el móvil por el suelo…¡por fin, lo encontré!. Llamé nervioso al centro para solicitar bomberos, y…¡la joven rumana comenzó a lanzar aceite en el fuegoooo! ¡¡¡¡¡Noooooooo!!!!
Hubo una explosión, como un fogonazo. De pronto lo vi todo negro. Abrí los ojos y… pude ver el techo de la habitación de mi casa…. Maldito reserva del 2005…había sido otra pesadilla después de una guardia perra, y todo había desaparecido.
Marqué como loco el móvil de Ché.
Ché: – Hola, doc.
Yo: – Hola Ché, ¿qué tal estás? ¿Todo bien? ¿No te falta nada de nada?
Ché:- Esto…tío, ¿otra vez has tenido una pesadilla? No vas a llegar a los cincuenta. Síestoy bien. ¿Por qué?
Yo: – Tus huevos…y tu salchicha…¿bien?
Ché: – Oye…¿te estás volviendo trucha? Pues claro que estoy bien.
Yo: Vale, y…¿Paquitor y Cuca? ¿Y los policías? ¿Y Freddy? ¿Todos bien?
Ché: – Oye, estás fatal. Échate a dormir otro rato, anda. Ciao.
Yo:- Gracias. Ciao.
A veces pienso que no debería tomar tanto vino al salir de las guardias, y debería cambiar a diazepam, que no produce pesadillas y no da resaca. Uf, la vida es dura summarios (qué susto he pasado).
Lamento contaros estas cosas, pero me siento…me siento…me siento raro.
Un saludo.
Diclozepam
PD: Espero que estas narraciones nos sirvan a todos para fomentar el buenrrolismo, y pasarlo bien. Aprecio mucho a los locutores del centro coordinador, y tengo buenos amigos allí, y por supuesto también en la policía nacional. Son grandes profesionales, grandes amigos, y grandes personas. Su trabajo no está ni valorado, ni pagado. Más de una vez los policías nos han sacado de un gran apuro, y nos han ayudado a empujar la UAD. Quiero enviarles un abrazo, también. Estas historias son sólo para amenizar nuestro trabajo. Vemos cosas demasiado reales, ¿verdad? A veces la realizad supera a la ficción, lo sabéis mejor que yo. Si no fuera por este mecanismo de defensa del subconsciente, nos volveríamos locos entre tantas desgracias.
Cuidaos todos, y buena guardia. También a los locutores (siento lo de planeta de los simios; es una broma, y me ha parecido que quedaba gracioso. Sé que vuestro trabajo también es muy duro. Disculpad a este esquizo que os escribe).